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Milei y la Argentina (II)

Bajo el manto de la cultura de la libertad no hay seguramente dos libertarios que piensen exactamente igual, lo cual está perfectamente bien, ya que es eso precisamente lo que distingue en específico el pensamiento libertario de otras maneras de pensar en el pasado y en el presente. Siendo seres únicos, singulares e irrepetibles ¿cómo vamos a pensar exactamente igual en todo? Los liberales coinciden, no se adoctrinan; coinciden en ciertos principios fundamentales (libertad, dignidad, propiedad, igualdad de derechos, seguridad) que son lo fundamental, todo lo demás es cosa de cada uno. Es inevitable. Y está muy bien.

Porque si hay algo opuesto al pensamiento libertario, que es crítico y creativo, es el dogmatismo, el pensamiento único, la verdad única y definitiva, como veremos más adelante. El liberal es pluralista también porque considera el paquete completo, el aspecto jurídico político, económico, o subjetivo personal, o filosófico metafísico, o artístico literario, o ético religioso, etc, que puede resumirse con el término “cultura”, como algo esencial en la lucha política por la libertad, desde las certeras advertencias de Friedrich von Hayek en la post guerra, en relación al triunfo ideológico del socialismo. Pero volvamos al milagroso presidente argentino.

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