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Una cumbre atrapada entre el pasado y el futuro

Por: Thomas Hale y Anne-Marie Slaughter

La Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas se quedó corta en su objetivo de incrementar la cooperación en torno a los grandes desafíos globales. El Pacto para el Futuro, sin embargo, supone un avance en la reforma del Consejo de Seguridad, el fortalecimiento del multilateralismo y la superación del cortoplacismo.

La cooperación internacional tiende a ser más difícil cuando más se la necesita. Esta semana, la comunidad internacional se reunió en Nueva York para la Cumbre del Futuro, convocada por los Estados miembros de Naciones Unidas en 2020, en el 75.º aniversario de la organización. La agenda de la reunión era tan ambiciosa como sugiere su nombre; y su objetivo, generar consenso en cuestiones como la paz y la seguridad, el desarrollo, las nuevas tecnologías y la protección de las generaciones futuras.

Los Estados miembros de la ONU coinciden en un punto: para poder enfrentar las crisis mundiales de la actualidad, es necesario hacer grandes mejoras al sistema multilateral creado en 1945. También son muy conscientes de la incapacidad de la ONU para detener o incluso aminorar las guerras que se desarrollan en Sudán, África Central, Gaza, Ucrania y muchas otras zonas de conflicto. Admiten que incluso tras presenciar la devastación causada por la COVID‑19, todavía no han preparado al mundo para la próxima pandemia. Reconocen la necesidad de una acción veloz y significativa para dar respuesta a la crisis de deuda soberana, a una crisis climática cada vez más intensa y al surgimiento de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y la edición genética.

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