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Por fin, fui al Hay Festival

Después de cinco años en que escribí – con un verde pálido de envidia – una nota encomiástica sobre el Hay Festival, por fin pude llegar al festín que ha confirmado a Arequipa como la capital cultural del Perú. Viaje que no hice antes porque, como peruano de a pie, me impidió hacerlo mi chamba alimenticia. Claro, en el 2020 el año de la pandemia y el encierro, participé virtualmente, y no me perdí una palabra de las intervenciones de Javier Cercas, el novelista de “Soldados de Salamina”. Ahora jubilado, me di el lujo de asistir a su décima edición, aunque sólo asistiéramos, con Cledy, a cinco de los 38 eventos ofrecidos para el sábado y domingo pasados.

Pero primero, lo primero: los arequipeños debemos agradecer a Mario Vargas Llosa haber puesto a su tierra en el top internacional de los eventos culturales, pues el Hay Festival de Literatura y Artes se da en un puñado de ciudades europeas y solo en Querétaro (México) y Cartagena (Colombia) en América. Él gestionó con el Comité organizador de Hay-On-Way, pequeña ciudad de Gales donde nació, por iniciativa ciudadana, autorizara su organización en la Ciudad Blanca. Entonces, los empresarios locales (Cerro Verde, Leche Gloria, Cementos Yura, y las fundaciones de los bancos de Crédito y Continental a la cabeza) cofinanciaron el viaje de las estrellas intelectuales de cada año para que dialogaran con los intelectuales peruanos, delante del público arequipeño.

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