Juan Reynoso: entre la tozudez, el ego y la irrealidad
Lo barato sale caro”, reza un viejo refrán que ahora también le pasará una onerosa factura al avaro Agustín Lozano, el vivo que terminará siendo un bobo de capirote. El año pasado, el impresentable presidente de la Federación Peruana de Fútbol desestimó, sin pensárselo mucho, la continuidad de Ricardo Gareca (hasta sugirió que el Tigre era un ocioso y otras cosas aún peores) acariciando la posibilidad de darle las llaves de la Videna a un módico entrenador made in Perú con un recorrido exitoso a nivel de clubes: Reynoso había tenido un feliz paso por Universitario, sacó campeón nacional a Melgar de Arequipa y, posteriormente, a Cruz Azul en México. No es poco; pero, a veces, para un seleccionado nacional —la tan temida e inmisericorde silla eléctrica— no alcanza.
Sabemos que hay, por ejemplo, jugadores sólo de “club” pero no de “selección”. Otros, en cambio, son grises en sus clubes, sin embargo se potencian (se “crecen”, se “transforman”) cuando se ponen la camiseta de su seleccionado nacional. Claudio Pizarro, conocido en Alemania como el “Bombardero de los Andes”, se aburrió de marcar goles en el competitivo torneo teutón y en los grandes torneos europeos; no obstante, fracasó una y mil veces como capitán y delantero de la selección (su castigo fue un acto de justicia poética: no ser convocado por Gareca para participar en el Mundial de Rusia 2018).
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