Tantas veces San Marcos
Hace 30 años ingresé a San Marcos, en 1993. Acababa de salir del colegio y era yo un jovencito desgarbado de larga melena, vestido siempre de negro. Por esa razón me gané rápidamente el apelativo poco creativo, aunque inapelable, de “Metal”. San Marcos, sin embargo, me acogió como una madre amorosa acoge a su hijo. No me juzgó ni me regañó por mi ridícula apariencia ni por mi insoportable arrogancia. Al contrario, con infinito amor, me fue mostrando el mundo poco a poco, con paciencia y constancia, fue abriéndome los ojos; al punto que al poco tiempo dejé de ser metalero. Mi pequeño universo de heavy metal y de delirantes sueños de rock star no podían sostenerse ante la infinidad de cosas que San Marcos me ofrecía.
https://elbuho.pe/2023/01/tantas-veces-san-marcos
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