¿Contigo, Perú?
«Hablan desde, por y para Lima, e imaginan que lo hacen para el Perú. Por ello, aparentes deslices como que quienes protestan en estos días lo hacen motivados, azuzados (tan incapaces de deliberar los pobrecitos indios)»
En estos días de quebranto ha quedado en evidencia la grosera falacia de que somos un país más o menos integrado y con una identidad, un ethos compartido (esa comunidad imaginada de la que hablaba Anderson); no lo somos en absoluto y esa ilusoria patria de todas las sangres con la que alguna vez soñó Arguedas es más bien lo que luego, y amargamente, comprobó: el territorio de confrontación entre un zorro de arriba y un zorro de abajo. El primero, que enuncia su prevalencia y centralidad -radicada topológicamente en Lima-, desde un término vacío: “Perú”. Un término que se pretende convocador y totalizante, con sus himnos y sus tropos jurídicos, pero que es, en realidad, violento y segregador.
Y el segundo, que gesta su discurso, sus pretensiones de diálogo. También, su violenta impugnación, desde las márgenes, desde la alteridad a la que se le pretende confinar. El otro estigmatizado sigue siendo el indio (o terruco), incapaz de agencia y propenso siempre a la violencia. Un otro que debe educarse, combatirse, o aniquilar. Porque, para la centralidad autoritaria, fue, es, un peligro. (“Hay que proteger a Lima de la asonada que planean hacer” -esos indios, no peruanos-, declaró hace poco el premier Otárola, en un altisonante mensaje al Perú).
https://elbuho.pe/2023/01/contigo-peru-2
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